El ex presidente peruano Alberto Fujimori, quien lideró el crecimiento económico durante la década de 1990 pero luego fue encarcelado por abusos contra los derechos humanos derivados de una sangrienta guerra contra los rebeldes maoístas, murió el miércoles. Tenía 86 años.
Personas cercanas a él lo visitaron a primera hora de este miércoles e informaron que se encontraba en estado crítico.
Fujimori, hijo de inmigrantes japoneses, era el poco conocido decano de una universidad agrícola cuando fue elegido para el cargo en 1990. Rápidamente se estableció como un político astuto cuyo estilo sensato produjo resultados incluso cuando enfureció a sus críticos al concentrarse fuerza.
Puso fin a la hiperinflación que había dejado a millones de peruanos desempleados, privatizó docenas de empresas estatales y redujo los aranceles comerciales, sentando las bases para que Perú se convirtiera, por un tiempo, en una de las economías más estables de América Latina.
Bajo su mando, el temido líder del maoísta Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, fue capturado, asestando un golpe crucial a un movimiento que, en la década de 1980, parecía dispuesto a derrocar al Estado peruano. Guzmán murió en prisión en septiembre de 2021.
Pero muchos peruanos vieron a Fujimori como un autócrata después de que utilizó tanques para cerrar el Congreso en 1992, reformando la Constitución a su gusto para promover reformas de libre mercado y leyes antiterroristas estrictas.
Una serie de escándalos de corrupción durante sus 10 años de gobierno también volvieron a la opinión pública en su contra.
Poco después de ganar una tercera elección en 2000, alterando la Constitución para postularse, aparecieron videos de su principal asistente y jefe de espías, Vladimiro Montesinos, distribuyendo dinero para sobornar a políticos. Fujimori huyó al exilio en Japón.
Renunció por fax desde Tokio y luego hizo campaña sin éxito para obtener un escaño en el Senado japonés.
Montesinos fue posteriormente capturado en Venezuela y encarcelado, condenado por los cientos de videos que grabó de sí mismo distribuyendo sobornos en efectivo a políticos y ejecutivos de empresas y medios de comunicación.
Se acumularon casos contra Fujimori, incluidas acusaciones de que había ordenado el uso de escuadrones de la muerte en su batalla contra los militantes de Sendero Luminoso.
Fujimori estaba a salvo en Japón: tenía doble ciudadanía y Japón no extradita a sus ciudadanos. Muchos se sorprendieron cuando, en 2005, decidió regresar a Perú, aparentemente con la esperanza de ser indultado y regresar a la política.
En cambio, fue detenido durante una escala en Chile, extraditado a Perú en 2007 y en 2009 fue declarado culpable y sentenciado a 25 años de prisión.
