Para algunos, aquellos que invierten mucho y planifican cuidadosamente en el fútbol, el cielo es el límite. Para otros, el límite es el suelo. Es el límite de quien tiene poco y, por tanto, de quien espera poco. Lo que se le pide a Boavista en este momento es, en términos simples, que pueda hacer con poco lo que algunos no pueden hacer con mucho. El equipo no puede inscribir jugadores y va al partido con los chicos del campo de entrenamiento. Eso es lo que hay. Allí el suelo es el límite.
El aporte de PÚBLICO a la vida democrática y cívica del país radica en la fortaleza de la relación que establece con sus lectores. Para continuar leyendo este artículo, suscríbete a PÚBLICO llámanos al 808 200 095 o envíanos un correo electrónico para suscripciones .online@publico. punto